Esta semana los más peques han empezado el cole y seguro que tienes que comprar muchas cosas, entre ellas los zapatos para el nuevo curso pero, ¿Qué zapatos le compro? Hoy queremos rescatar una entrada de nuestra antigua web sobre el calzado infantil que espero te resulte de interés a la hora de vestir los pies de tus hijos:

     «Los pies de los niños no son versiones en miniatura de los pies de los adultos, así que tendremos que tener una serie de consideraciones a la hora de comprarlos para que éstos no molesten y sean adecuados a su etapa de desarrollo. A los niños se les calza incluso antes de comenzar a andar, y el pie va modificando su forma y fisiología en base a su propio proceso de evolución y adquisición de la marcha.
Hoy nos centraremos en la etapa de maduración de la marcha y de aumento de la actividad, que comprenden las edades entre 4 y 14 años y que se corresponde con el momento en que el niño empieza a caminar de manera independiente hasta que alcanza el patrón de marcha adulta.
El calzado para niños debe proteger frente a la agresividad de los ambientes en los que el niño se desenvuelve, permitiendo su desarrollo físico y motor, y al mismo tiempo, debe proporcionar confort térmico y mecánico (entendido como la sensación de comodidad que el niño tiene con el calzado).

Los principales aspectos a considerar son:

Adaptación a los movimientos y a la forma del pie del niño sin oprimirlo, evitando rozaduras y deformidades.

Amortiguación de los impactos del pie con el suelo al caminar para evitar lesiones y aumentar el confort.

Confort térmico para evitar sudor excesivo y temperaturas extremas.

Agarre al suelo para evitar resbalones y caídas.

Distribución de las presiones que se soportan en la planta del pie para prevenir puntos dolorosos.

Interior del calzado bien acabado para no sufrir rozaduras, evitando las costuras burdas o mal dispuestas.

La consideración de estos aspectos permite definir una serie de pasos a seguir en la elección de calzado infantil sin perder de vista las características propias de las distintas edades de los niños.

El calzado ha de adaptarse a la forma del pie y no al revés. Debemos probar los zapatos en ambos pies, con el niño de pie y con el calzado bien puesto y ajustado. El niño debe llevar calcetines similares a los que vaya a usar con el zapato que se prueba. Una buena forma de conocer la talla del niño sería medir el largo y el ancho del pie. Otro modo de conocer la talla es dibujar en un folio la silueta del pie del niño en bipedestación, recortarla y compararla con la suela del zapato que vamos a comprar (en el supuesto de que sea extraíble o introducirla en el zapato para comprobar el ajuste de ésta. Si le podemos extraer la plantilla al zapato, también podemos colocar al niño de pie sobre ella y comprobar el tamaño de la misma con respecto del pie. Debemos comprobar el largo del calzado, y para ello buscamos con el pulgar el dedo más largo (el gordo o el segundo). Deben quedar unos 15 mm entre éste y la puntera. Si le resulta difícil encontrar el dedo, empuje el pie hacia delante dentro del zapato y mire la holgura en la trasera.

Si observa bultos es que el zapato aprieta demasiado. Al quitarle los zapatos compruebe que no tiene rojeces en los pies. La zona más ancha del pie en la delantera debe de coincidir con la más ancha del zapato.

Vigile que el dedo pequeño no sea oprimido sobre el cuarto.

El pie debe entrar en el zapato sin necesidad de un calzador. Con el pie hacia delante en el zapato, debe existir un hueco en el talón que permita deslizar un lápiz para tolerar el crecimiento del talón.

Compruebe que el zapato es flexible levantando la trasera manteniendo firme la parte de delante sobre una superficie lisa. El calzado debe flexionarse sin dificultad, doblándose por un eje oblicuo de delante hacia atrás y de dentro hacia fuera en la parte más ancha de la suela. Ésta debe coincidir con la línea de flexión de los dedos.

Lo ideal es un zapato cerrado, alto sobre el empeine, con cierre uniforme y de fácil manejo, ya sea acordonado o con velcro y mejor con lengüeta. El orden lógico a la hora de elegir el calzado sería primero acordonado, luego optaríamos por los velcros, en tercer lugar preferimos los elásticos y por último nos quedamos con el calzado con costuras inflexibles.

La trasera debe ser cerrada y estar bien ajustada al talón. En su defecto, puede ser una cinta ancha y elástica, de altura inferior al tobillo por los lados y situada bajo la inserción del tendón de Aquiles para evitar rozaduras e inflamaciones.

El material debe permitir la transpiración y proporcionar un aislamiento térmico adecuado. Se recomienda evitar cosidos y refuerzos que queden situados sobre el empeine o cercanos a la zona de flexión de dedos. El interior del calzado ha de ser como un guante, sin costuras o con éstas bien acabadas, para evitar daños en la delicada piel del niño. El diseño de la trasera del calzado se relaciona directamente con la estabilidad lateral del paso y con la amortiguación de los impactos. Los criterios de selección variarán con el desarrollo del niño.

En el calzado infantil el espesor de la suela debe mantenerse en valores pequeños para proporcionar sensibilidad y flexibilidad. Dicha suela no debe ser dura.

Intente retorcer el calzado en su eje longitudinal manteniendo la puntera fija y girando la trasera hacia dentro, no ha de ser ni fácil ni tampoco difícil. Esto mejorará la estabilidad y la progresión del paso.

El tacón debe ser bajo y ancho. Mirando al niño por detrás y de pie, el ancho del talón, el de la plantilla y el del tacón en contacto con el suelo deberían ser iguales para proporcionar una base estable al talón. Presione con los dedos por la parte interior de la suela en la trasera. El material ha de ser blando, pero no en exceso.

Y recuerde que en caso de duda sobre el mejor calzado para su hijo, debe consultar a su podólogo. Seguro que tiene uno cerca y estará encantado de asesorarle.»

También puedes consultar a tu podólogo en Málaga on line a través del Email o utilizando nuestras redes sociales @PodologiaMalaga y Facebook.

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